Los intrépidos Duke: la huella imborrable de The Dukes of Hazzard.

A finales de los años setenta, cuando la televisión estadounidense buscaba nuevas fórmulas de entretenimiento, apareció una serie que se convertiría en ícono cultural: The Dukes of Hazzard. Estrenada en 1979 por la cadena CBS y ambientada en el ficticio condado de Hazzard, Georgia, la producción pronto conquistó a millones de espectadores gracias a una mezcla explosiva de acción, humor y un espíritu rebelde profundamente enraizado en la tradición sureña.

La historia giraba en torno a Bo y Luke Duke, dos primos que, al volante de su inseparable Dodge Charger 1969 —el legendario General Lee, pintado de naranja brillante y con la bandera confederada en el techo— desafiaban a la corrupta autoridad local. Sus aventuras los enfrentaban cada semana con el avaro comisionado Boss Hogg y el torpe sheriff Rosco P. Coltrane, en una sucesión de persecuciones automovilísticas, saltos imposibles y enredos que combinaban comedia ligera con la adrenalina de la velocidad.

Uno de los elementos más recordados fue la presencia de Daisy Duke, prima de los protagonistas, interpretada por Catherine Bach. Su personaje no solo aportó carisma y encanto femenino, sino que incluso dejó un legado en la moda: los famosos “shorts Daisy Dukes”, denominación que se popularizó a partir de la serie y permanece vigente hasta hoy.

El programa se mantuvo al aire durante siete temporadas, hasta 1985, con un promedio de 20 millones de espectadores por episodio en sus mejores años. Su éxito trascendió fronteras: fue exportado a decenas de países y se convirtió en símbolo de una televisión ligera y familiar, donde la picardía sureña y las acrobacias automovilísticas marcaban la diferencia frente a otros dramas urbanos de la época.

No todo fue ausencia de polémicas. Con el paso del tiempo, la bandera confederada en el General Lee generó debates sobre el trasfondo histórico y sus implicaciones raciales. Aun así, para muchos fans, la serie sigue representando un pedazo de nostalgia televisiva y un estilo de producción que ya no se repite: humor inocente, villanos caricaturescos y héroes que siempre encontraban una salida ingeniosa.

En el nuevo milenio, The Dukes of Hazzard ha sido revisitada a través de reposiciones, películas, juguetes y convenciones de fanáticos. Para los amantes de los autos, el General Lee sigue siendo uno de los coches más icónicos de la cultura pop, símbolo de libertad y rebeldía juvenil.

Más de cuatro décadas después de su estreno, la huella de los Duke continúa viva. La serie no solo es un retrato de la televisión ochentera, sino también un espejo de la América rural que, con todas sus contradicciones, encontró en estos personajes una familia que luchaba contra la injusticia a su manera, siempre con humor, velocidad y una canción country de fondo.