Revistas Country en los EE.UU, guardianas de una tradición musical.
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El country no solo vive en las guitarras de Nashville ni en los escenarios de Texas. También palpita en las páginas de revistas que, desde hace décadas, documentan su historia, descubren nuevas voces y defienden sus raíces. Aunque muchas publicaciones han quedado en el camino, todavía hay cabeceras que marcan la pauta en un género que nunca deja de reinventarse.
Hablar de revistas country sin mencionar a Bluegrass Unlimited es imposible. Fundada en 1966, se la conoce como “la biblia del bluegrass”. Sus páginas han sido el puente entre artistas, festivales y fanáticos durante más de medio siglo. Hoy mantiene su edición impresa, pero también se expandió a podcasts y contenido digital, con alcance en todos los estados de EE.UU. y lectores en más de 17 países. Un verdadero archivo viviente de la música de raíces.
En los 90, Country Standard Time irrumpió con fuerza como revista impresa, ofreciendo reseñas de discos, crónicas de conciertos y entrevistas profundas. En 2009 dio un giro definitivo: dejó el papel para enfocarse en la web, donde sigue activa como un sitio de referencia para el country, Americana y bluegrass. Su caso refleja la transformación de un sector que tuvo que adaptarse al mundo digital sin perder rigor ni pasión.
Hubo un tiempo en que Country Music Magazine (1972-2003) era sinónimo de análisis serio. Fue una de las primeras publicaciones que trató al country con un enfoque literario, lejos de la superficialidad, con firmas de peso como Patrick Carr y Peter Guralnick. Su cierre marcó el fin de una época, pero su huella aún se siente en críticos, historiadores y coleccionistas.
En el presente, Country Beat Magazine ocupa un lugar destacado como la publicación nacional impresa con mayor circulación dedicada al género. Con entrevistas, reportajes y cobertura de eventos, se ha convertido en escaparate para nuevos talentos y un canal que conecta a los fanáticos con la escena country más amplia.
No todo ha sido fácil. Revistas como Country Weekly cerraron en 2016, evidenciando la fragilidad del modelo impreso. Sin embargo, la respuesta no ha sido el silencio: el futuro se dibuja en formatos híbridos, ediciones digitales, newsletters y podcasts que llevan el country más allá de Nashville, hasta nuevas audiencias globales.
Lo interesante es cómo estas publicaciones, lejos de limitarse al country más tradicional, abrazan géneros hermanos como el Americana, el outlaw, el bluegrass o incluso fusiones más atrevidas. Porque si algo tiene claro la prensa especializada es que la música, como la cultura, está en constante movimiento.
En tiempos de algoritmos y consumo fugaz, las revistas country siguen cumpliendo un papel vital: contar historias con contexto, conservar la memoria de un género, dar espacio a quienes empiezan y ofrecer a los fans algo más que titulares rápidos.
En papel o en digital, son las guardianas de una tradición que, como el propio country, se niega a desaparecer.