Jeannie Seely: la voz del alma country que nunca se apagará.
En las cálidas noches del Grand Ole Opry, una figura diminuta pero vibrante supo marcar presencia con más fuerza que una tormenta de verano. Vestida con minifaldas cuando nadie se atrevía, con una voz que acariciaba lo profundo del corazón y una actitud que rompía reglas con elegancia, Jeannie Seely no solo cantó country: lo transformó.
Nacida un 6 de julio de 1940 en Titusville, Pensilvania, su infancia se escribió entre melodías familiares y radios locales. A los 11 años ya se dejaba oír en programas regionales. Tenía claro que la música era su camino, pero también sabía que, para una mujer del norte con sueños sureños, el viaje no sería fácil.
Tras una etapa en California escribiendo canciones para otros, Jeannie tomó la decisión que cambiaría su vida: mudarse a Nashville. Fue allí donde el destino —y el amor— le regalaron su gran oportunidad. En 1966, lanzó “Don’t Touch Me”, una canción escrita por Hank Cochran, su futuro esposo. El tema no solo llegó al número dos en las listas country: le dio un Grammy, una corona invisible y el apodo que la acompañaría toda la vida: “Miss Country Soul”.
Su ingreso al Grand Ole Opry en 1967 no fue una simple adhesión al club más sagrado del country. Fue un acto de ruptura. Fue la primera mujer en conducir segmentos del programa, en usar pantalones en escena, en reírse del protocolo sin perder el respeto. En más de 5 300 presentaciones, Jeannie se convirtió en el alma viva del Opry. Y no sólo cantaba: representaba a todas las mujeres que soñaban con pararse en ese escenario sin pedir permiso.
Pero su talento no se agotaba en una voz inolvidable. Fue compositora prolífica, escribiendo éxitos para otros artistas; actriz de cine y teatro; animadora radial; y una fuerza cultural que no temía envejecer mientras el mundo a su alrededor cambiaba. En 2020 lanzó el álbum An American Classic, y hasta hace poco seguía grabando, produciendo y presentando su programa en SiriusXM, “Sundays with Seely”.
Su vida estuvo tejida de amor y pérdidas, entre ellas la de su esposo Gene Ward en 2024. En 2025, su salud comenzó a deteriorarse. Una serie de intervenciones quirúrgicas, hospitalizaciones y una dura infección intestinal terminaron por apagar su voz el 1 de agosto de 2025, a los 85 años, en Hermitage, Tennessee. Pero su luz, como la de una estrella obstinada, sigue brillando.
La noche siguiente, el Grand Ole Opry la recordó con un aplauso largo, sentido, eterno. Dolly Parton, su amiga y compañera, dijo que Jeannie era “la prueba viva de que se puede tener alma, estilo y agallas, todo a la vez”.
En un mundo donde muchas artistas fueron silenciadas, Jeannie Seely no solo cantó. Gritó libertad con suavidad. Y dejó una marca tan profunda en el country como los surcos de un vinilo gastado por tanto amor.